Hace 3 años | Por LibrosHoy a acento.com.do
Publicado hace 3 años por LibrosHoy a acento.com.do

“Asqueroso, a” se le llama al habitante del antiguo municipio de Asquerosa, donde sus padres –el rico hacendado Federico García Rodríguez y la maestra de escuela Vicenta Lorca Romero– adquirieron el cortijo de Daimuz, con una casita en el centro. El poeta odiaba el gentilicio, como todos los lugareños, infinitamente hastiados por las bromas; así que desde niño y hasta estudiante universitario evitaba a toda costa que sus amigos y compañeros lo identificaran como asqueroso. Escribía y enviaba cartas sin poner correctamente el nombre del lugar...

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... desde el cual las remitía. Por ejemplo, en una misiva que yo mismo vi en su casa, solicitando ser admitido para el bachillerato, el remitente desde “Apeadero de San Pascual, Pinos Puente” (el pueblo del que dependía Asquerosa) dice correctamente ser “natural de Fuente Vaqueros, vecino de Almería, y de diez años de edad”, pero obvia que residía en la calle Iglesia número 20 del pueblo de Asquerosa. El desafortunado nombre de aquella hermosa y fértil localidad es una derivación –se dice– del latín Aqua Rosae, Aguarosa o Acuerosa (es decir, de abundantes aguas). Otros afirman que la denominación deviene de Ascorosa, nombre que aparece en la Bula de fundación de la Santa Iglesia Catedral de Granada. En todo caso, nada tiene que ver con asco, repugnancia, repelencia o la ausencia de higiene. Después de la ruina del cultivo de remolacha propio de la zona, y aprovechando el mito de que aquel fue el primer sitio de Europa donde se cultivó el tabaco rubio americano, pasó a llamarse oficialmente Valderrubio (Valle del tabaco rubio) en 1943. Federico no vivió lo suficiente para ver que su Asquerosa dejó de llamarse así.