Hace 5 años | Por Baal a nationalgeographic.com.es
Publicado hace 5 años por Baal a nationalgeographic.com.es

Con los datos proporcionados por el Marsala II, el equipo de Frost pudo observar que el espolón en realidad no formaba parte de la quilla, sino que estaba jado a la proa con clavos de hierro. Esta solución era mucho más efectiva, ya que el diseño le permitía separarse del resto de la estructura del barco para no hundirse junto con la nave enemiga.