Hace 2 años | Por onainigo a culturacientifica.com
Publicado hace 2 años por onainigo a culturacientifica.com

En ciertas áreas de psicología y de economía son habituales experimentos en los que se valora el grado de prosocialidad de las personas. En esos experimentos la generosidad, el altruismo o la cooperación conllevan algún coste, ya sea de tiempo, dinero o esfuerzo, para favorecer a los demás, o para castigarlos Sin embargo, en la vida hay comportamientos que también pueden ser calificados de prosociales sin que conlleven coste o esfuerzo alguno para quien los practica o, si acaso, suponen alguna pequeña molestia.

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onainigo

https://doi.org/10.1073/pnas.2023846118
No obstante, el resultado más sobresaliente de esta investigación es la fuerte asociación que se observa en la comparación entre países entre esa conciencia social y un índice de desempeño ambiental, que refleja el grado de proximidad que tienen los países a los objetivos de política ambiental establecidos. El posible efecto del resto de factores se desvanece al considerar este
"Lo que sugiere la existencia de ese fuerte vínculo es que las tendencias prosociales no solo se manifiestan en una orientación generosa o benévola hacia otras personas, sino también en forma de una preocupación más amplia para con la calidad del entorno. Quienes han hecho esta investigación sostienen que esa benevolencia proviene de un capital social que también se proyecta en el interés por la protección del ambiente, quizás reflejando alguna forma de acción colectiva. La consecuencia sería que el grado de atención a los demás no solo se manifiesta en actos amables o generosos para con nuestros coetáneos, sino también en forma de interés activo por quienes nos sucederán.

Lo más sorprendente de esta investigación es que sus autores desconocen cuáles pueden ser los factores que subyacen a la relación observada, dado que otras variables socioeconómicas o culturales no parecen influir