Ahora que se discute tanto el valor de vernos representados en las ficciones que se comen nuestro tiempo libre podríamos preguntarnos por qué nos hicimos adictos a los relatos de ricos, donde no teníamos sitio los demás. ¿Os acordáis de cuando los ricos también lloraban? Parece mentira, pero hubo un siglo en el que se consideraba que la ficción televisiva por defecto era los folletines...
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