Hace 9 años | Por CapiCanela a elestadomental.com
Publicado hace 9 años por CapiCanela a elestadomental.com

Para explicar esto vamos a imaginar que tú, lector, eres un paseante del Rastro de Madrid un domingo cualquiera por la mañana. La Plaza de Cascorro está a reventar y el murmullo colectivo se ha convertido en un persistente ruido de fondo apenas alterado por alguna cantinela comercial −¡palulú, palulú, oiga!− y por los ecos que salen del bar de los caracoles. Apenas puedes avanzar pasito a pasito y encima un bolardo te ha puesto la zancadilla y casi te caes. De pronto un sonido familiar y decimonónico rompe el esquema sonoro.