Entre todas las costumbres ancianas que se conservan en algunos bares, una de las más loables es la de servir caldo. El caldo entona y arropa el cuerpo, nos ayuda a entrar en calor y reconforta nuestro estómago. Qué mejor manera de empezar una mañana neblinosa de sábado que tomar caldo, con un vaso de vermú y una tapa, desayuno de campeones, combinación ganadora para un día triunfal. Y no hay nada como tomar caldo para aplacar la resaca, mano de santo en cualquier estación.
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