La Luna tiene su cara oculta y, se dice poco, su lado cómico. A dos sábados de conmemorar los 50 años de una odisea que, en términos comparativos, redujo el épico regreso de Ulises a Ítaca a un simple ir a comprar el pan a la esquina de casa, antes de que la cosa se ponga seria no está de más repescar los momentos más chistosos de la carrera espacial, que los hubo. No todos los astronautas eran como el hierático y seriote Neil Armstrong, que parece que fue tallado con la misma madera seca que Charles Lindbergh.
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Hay un error: Grissom llamó originalmente Molly Brown a la cápsula. Cuando los relaciones públicas de la NASA le dijeron que ni de coña, que pensase otro nombre, él respondió "De acuerdo, escojo 'Titanic'". Y se quedó "Molly Brown".
El motivo para esta coña es que, cuando viajó en las Mercury, su cápsula se hundió en el océano a su regreso (de hecho, él mismo casi no lo cuenta).