Estamos acostumbrados a relacionar el ozono con esa capa mágica que nos protege de las radiaciones dañinas procedentes del Sol y que nos estamos cargando por nuestra mala cabeza. Es totalmente cierto que sin ella no podríamos vivir, pero también es verdad que mucha gente no conoce la cara menos bondadosa del ozono, pues se trata de un gas que a grandes concentraciones puede ser muy perjudicial para la salud.
Es algo de lo que no habla demasiado cuando se habla de contaminación. Solo se hablar de óxidos de nitrógeno y de azufre, pero este pequeño cabroncete queda relegado a un segundo plano.
La gente que vive en grandes ciudades como Madrid o Barna no es consciente del peligro de hacer deporte dentro del casco urbano, da igual que esten en un parque o no. Aunque claro, eso forma parte de la labor de desinformación que suelen someter a sus conciudadanos los ayuntamientos para no tomar decisiones de hondo calado como restringir el tráfico rodado a motor y cosas así.
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Es algo de lo que no habla demasiado cuando se habla de contaminación. Solo se hablar de óxidos de nitrógeno y de azufre, pero este pequeño cabroncete queda relegado a un segundo plano.
La gente que vive en grandes ciudades como Madrid o Barna no es consciente del peligro de hacer deporte dentro del casco urbano, da igual que esten en un parque o no. Aunque claro, eso forma parte de la labor de desinformación que suelen someter a sus conciudadanos los ayuntamientos para no tomar decisiones de hondo calado como restringir el tráfico rodado a motor y cosas así.
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