Publicado hace 6 años por themarquesito a artandantiquesmag.com

A comienzos de los años 20 había un hombre con las habilidades técnicas, pero no la fama, de un maestro del Renacimiento, trabajando en el distrito romano de Lungotevere. Se llamaba Alceo Dossena. [...] Alceo Dossena ha sido reconocido como el falsificador de arte más versátil de la historia. Poco después de que el escándalo de la Atenea llenase titulares por todo el mundo, entre revelaciones de docenas de atribuciones espurias, el documentalista alemán Hans Cürliss decidió filmarle en el trabajo para ver lo que se le escapaba a los expertos.

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Una de las andanzas de Dossena y asociados
Proponiendo el tema adecuado -una Madonna con niño a tamaño natural- Fasoli y Palesi proveyeron a Dossena de la materia prima: una escultura anónima del siglo XVII de aproximadamente el tamaño adecuado, y algunos antiguos marcos y relieves de los que arañar algo de pan de oro y pintura polícroma. Tras varios meses, recogieron la estatua acabada y la transportaron a una apartada capilla de la localidad de Montefiascone. Entonces, empezaron a difundir rumores.

Harold Parsons, el agente en Italia del Cleveland Museum of Art, oyó sobre la Madonna en una cena. Se hicieron acuerdos para enseñársela y comprarla por 18.000 dólares. Para marzo de 1925 la Madonna estaba en Ohio, y el descubrimiento fue anunciado triunfalmente por el conservador William Milliken en el Boletín del Museo, que citaba la inscripción del púlpito de la catedral, así como la duradera laguna en la obra de Pisano. “Ciertamente no se puede realizar una atribución segura”, reconocía Milliken cautamente, pero una cuidadosa comparación estilística con mármoles de Siena, Pisa, y Pistoia apoyaban la audaz conclusión. “Esto no es una obra de taller” escribía, “y en este momento no hay otro artista conocido al que se le pueda atribuir sino a Giovanni”.

Dos años más tarde seguía sin haber ningún artista conocido al que atribuir la obra, ni siquiera a Giovanni. Una serie de radiografías realizadas en junio de 1927, motivadas por las dudas de eruditos independientes, revelaron que partes de la escultura habían sido unidas con clavos del siglo XX. La Madonna fue devuelta discretamente a Europa, decepción mitigada por una entusiasmante nueva adquisición procedente del continente: el Museo acababa de comprar, por 120.000 dólares, una escultura de tamaño natural de Atenea, excavada bajo circunstancias misteriosas, que se creía producida en la Magna Grecia en el siglo V a.C. La comparaban favorablemente con el Apolo de Veyes.

Los conservadores erraron su estimación cronológica por un par de milenios y medio. El origen de la Atenea se puede retrotraer al taller de Dossena en el Lungotevere cuando el falsificador fue descubierto en 1928.