Lo que conmociona de verdad, más que cada uno de estos casos, es que aún no haya eutanasia.
Hoy día, en prácticamente todo el mundo, a un gato o un perro enfermo terminal se le permite morir con menos dolor que a un humano enfermo terminal. Y buena parte de la causa la tienen, por cierto, prejuicios derivados de la religión.
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Lo que conmociona de verdad, más que cada uno de estos casos, es que aún no haya eutanasia.
Hoy día, en prácticamente todo el mundo, a un gato o un perro enfermo terminal se le permite morir con menos dolor que a un humano enfermo terminal. Y buena parte de la causa la tienen, por cierto, prejuicios derivados de la religión.
#1 ¿Buena parte? Yo diría el 99,9 %.