Hace 2 años | Por Spinnennetze a elconfidencial.com
Publicado hace 2 años por Spinnennetze a elconfidencial.com

La mayor odisea editorial del Siglo de las Luces comenzó, en realidad, con el proyecto de traducir la ‘Cyclopedia’ británica en 2 volúmenes. Y culminó en el afán de reunir todo el conocimiento científico, técnico, artístico y filosófico disponible hasta la época en 72.000 entradas, 28 volúmenes originales. En más de 20 años de publicación de los volúmenes, hubo encarcelaciones, exilios y la censura real, que obligó al tozudo Denis Diderot a culminar su proyecto en clandestinidad. Así, en secreto, culminó el gran símbolo de la Ilustración,

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No son raros por ser extraños, sino por ser escasos

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El ejemplar apareció en Portugal y provenía de la biblioteca de Joaquim José Ferreira Gordo (1758-1838), quien fue director de la Biblioteca pública da Corte (actualmente Biblioteca nacional de Portugal). No se sabe con seguridad quién fue el primer propietario de los volúmenes, cuándo ni cómo se compraron. De las manos de Ferreira pasó a las de Francisco de Almada Quadros Sousa e Lencastre (1818-1853), un noble portugués. La primera edición que guardan los libreros de Andarto B., afincados en Pamplona, conserva todas sus páginas salvo una lámina y un grabado.

Los libreros explican que, cuando recibieron el aviso de que una posible primera edición se encontraba en Portugal, solo existía una forma de comprobar su autenticidad: comparándola con el único ejemplar del mundo completo y acreditado de todos los volúmenes en su primera emisión, que se encuentra en la Biblioteca Mazarino, en París. “Con ese ejemplar cotejamos que el nuestro se trata de una primera edición completa, y además descubrimos que el primer volumen es de una segunda emisión que se hizo para quienes se suscribieron un poco más tarde”.

Los libreros explican que este oficio comenzó por su interés en la historia de las ideas. Porque existen distintas maneras de entender las grandes mentes: en sus obras, en los manuales de texto o en las páginas que un día escribieron y pasaron por sus manos. Las erratas, las marcas, las anotaciones o la correspondencia… En esos detalles, aseguran en Andarto B., también puede encontrarse la huella de los grandes descubrimientos de la humanidad.