En un instante de lucidez me miré a través de una cámara. Estaba en un archipiélago desprendido de la costa Oeste de Sumatra, en el interior de una selva con tres chamanes de cuerpo tatuado y partes íntimas cubiertas con un taparrabos confeccionado con fibra de árbol, que me aseguraban tajantemente que con las plantas y raíces que estaban recogiendo, y ayudados por un ritual que sólo ellos conocen, curarían al enfermo.
Comentarios
Que envidia dan las aventuras que ha vivido este hombre
Lo escribe de tal manera que parece que estás ahí
No hay nadie como Antonio para transmitir sus vivencias, muy fan de su blog!
Un viajero de verdad.