Toda civilización celebra la pasión del joven y, a la vez, venera la sabiduría del anciano. Desde el honorable Aristóteles, que educó al impetuoso Alejandro Magno (y que a su vez había sido discípulo de Platón), hasta maestros más de nuestros tiempos como Gandalf o Dumbledore, pasando por personajes como el ingenioso Patronio, que aconsejaba al Conde Lucanor, o el mago Merlín..
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