Hace 1 año | Por --682766-- a laquadrature.net
Publicado hace 1 año por --682766-- a laquadrature.net

La campaña de acción colectiva contra la Tecnopolicía finaliza en unas semanas. Nuestra denuncia contra el Ministerio del Interior (a la que todavía puedes unirte aquí) se dirige en particular a dos expedientes estatales masivos: el expediente TAJ y el expediente TES. A través de ellos, atacamos herramientas ubicuas y estructurantes de la vigilancia policia. Porque registrar es organizar el control y dominación del Estado sobre su población. ¿Cómo se explica que estas prácticas hayan podido emerger, persistir y arraigarse tan profundamente..

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¿Cómo se explica que estas prácticas hayan podido emerger, persistir y arraigarse tan profundamente en el funcionamiento de la administración francesa hasta el punto de que ahora escapan a cualquier control real?
Si obviamente podemos encontrar multitud de explicaciones, proponemos volver aquí, sin pretender ser exhaustivos, sobre la evolución en el tiempo del registro en Francia.


El deseo del Estado francés de identificar formalmente a su población comenzó en el siglo XVIII. El objetivo original era formalmente “luchar contra la delincuencia, la mendicidad o la deambulación” al exigir a ciertas personas que se registraran y tuvieran “papeles” que contuvieran su apellido1. Muy rápidamente, esta práctica se utilizó principalmente en un contexto judicial con el fin de identificar a las personas acusadas que darían identidades falsas, impidiendo así que la justicia restableciera sus antecedentes penales. Es por tanto la persecución y el reconocimiento de los reincidentes – justificación que se encontrará muchas veces a lo largo de la historia – lo que incentiva la mejora de las prácticas de identificación y en particular la creación de policías científicas2.

Motivado por esta obsesión -jurídica y científica- por la búsqueda de la identidad, Alphonse Bertillon, agente del servicio fotográfico de la jefatura de policía de París, propuso en 1883 una nueva técnica de identificación: la antropometría. Este método tiene como objetivo asociar la identidad civil con una descripción de los atributos físicos y corporales propios de una persona para reconocerlos. El rostro -frente, perfil, orejas, nariz, boca, barbilla-, cicatrices, lunares, tatuajes o incluso la colorimetría del iris quedan así meticulosamente detallados en la descripción. Las huellas dactilares se agregaron unos años más tarde, lo que la policía vio como una garantía de identidad más "intangible". La fotografía, entonces en pleno apogeo, se utilizó inmediatamente para desarrollar este sistema de identificación. La aparición de la técnica de la instantánea, hacia 1880, y la fotografía de pequeño formato, posibilitaron así la alimentación de los archivos con retratos de frente y de perfil. Bertillonnage evoluciona entonces hacia su versión más “sofisticada”, pudiendo la policía confiar en una visualización real de la persona en lugar de una simple descripción3. Ya observamos que la policía utiliza inmediatamente la más mínima invención técnica para aumentar sus poderes de coerción y control, un fenómeno que continúa hoy, en particular, con la grabación de video o la inteligencia artificial. En la opinión pública están surgiendo preocupaciones tanto por los abusos policiales como, ya, por la posible aplicación de este sistema antropométrico a toda la población. Dibujos y caricaturas denuncian así el hecho de que todo el mundo es percibido como un criminal en potencia.

Esta mejora del dispositivo de identificación marca el inicio de una práctica que se irá reforzando en el seno del Estado, y en interés exclusivo del Estado, en las próximas décadas. Inicialmente basado en la búsqueda de delincuentes, el bertillonnaje está sobre todo en el origen de la racionalización de las prácticas policiales. Esta técnica da lugar así a nuevos instrumentos de archivo, como el famoso formulario con formato y contenido estandarizados, en sustitución de los informes que se basaban únicamente en la memoria de los policías. Esta nueva “memoria estatal” se basa en una organización precisa, que ahora funciona según un “sistema reticular”, dando a la policía la capacidad de dominar visualmente el “material humano”. Ahora tiene un poder de fácil acceso y referencia cruzada de información, organizada en una red a través de las regiones, alimentando la fantasía de que ninguna información se le puede escapar. Bertillonnage también marca la primera etapa de la biometría en Francia, con el cuerpo convirtiéndose en el principal elemento de identificación y control. Mediante el control de los cuerpos, la administración puede localizar, inventariar, clasificar humanos4.

Si Bertillonnage nació en París, estas prácticas represivas se extendieron ampliamente en las administraciones coloniales y presagiaron el archivamiento de judíos cincuenta años después. Así, a partir de fines de la década de 1880, se perfeccionó e institucionalizó el archivo dentro del Imperio colonial francés. Este “laboratorio colonial francés” del que bien habla Ilsen About en este texto permite poner en práctica ya gran escala un proceso de identificación administrativa homogeneizada, que posibilita la creación de sujetos inferiores y regímenes jurídicos distintos. Más allá de la mera búsqueda de delincuentes y delincuentes, el archivo se aplicará en particular a la vigilancia de categorías cada vez mayores de individuos, considerados como “subversivos”, como los anarquistas5. y jugará un papel crucial en el control y represión de ciertas poblaciones.