Sanz no elude la injusticia que la crisis ha plantado como un implacable tirano para condenar al dolor a los más débiles: mujeres, enfermos y pobres. Y el temor a la miseria, a la soledad, al desamparo.
Nada que recuerde otras literaturas actuales celebradas, en las que reina la ambigüedad fallida y se elige lo vaporoso por no atreverse el autor a decir lo que tiene que decir
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Nada que recuerde otras literaturas actuales celebradas, en las que reina la ambigüedad fallida y se elige lo vaporoso por no atreverse el autor a decir lo que tiene que decir
los más débiles: mujeres, enfermos y pobres
todo un género catalogado de débil, no importando las diferencias individuales como tener una renta u otra.