El arsénico tiene una amplia historia como veneno de elección por parte de asesinos y conspiradores de toda clase, por eso ha sido considerado como el rey de las ponzoñas, causa del deceso de reyes y dignatarios, además de suicidas y criminales de toda ralea. Ha sido empleado limitadamente en medicina y hasta en estética. La toxicidad del arsénico no es cosa a tomar a la ligera, de ahí que su fama como agente mortal esté más que justificada. Sin embargo, hay cierto grupo humano arsenicófago que llama especialmente la atención.
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