La primera vez que aterricé en Berlín, no sabía decir ni una palabra en alemán. O, como mucho, podía decir seis palabras. Llegué con una lista de vocabulario que me había dado mi primo pequeño. En realidad, eran sus apuntes de la clase de alemán del instituto, donde había algunos términos muy útiles como, por ejemplo, “Sumpfmonster” (el monstruo del pantano) o “Zombie-Angriffen” (ataques zombis).
|
etiquetas: idiomas , aprendizaje