Ser homosexual en muchos países de África significa vivir en el armario con miedo a ser insultado, agredido e incluso encarcelado. No en Cabo Verde. En la ciudad portuaria de Mindelo, en la isla de Sao Vicente, en Cabo Verde, vive Tchinda Andrade, una mujer trans de treinta años. Con un vestido de colores o una falda corta, vende sus buñuelos brasileños (bolinhos en portugués) en las calles a plena luz del día. Nadie la insulta ni la ataca. No teme acabar en la cárcel.
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