Fernando, Víctor y Eduardo eran tres desempleados de Zaragoza en una España en crisis que acumulaba una tasa de paro de 13,5%; es decir, casi tres puntos por encima del actual. Desesperados, el trío de mecánicos sin empleo decidió tomar el camino de en medio: hojean revistas del corazón y empiezan a seleccionar posibles víctimas: folclóricas, toreros, cantantes... Hasta que aparece un tipo accesible, hogareño y, por lo que parece, buena persona... Y esa fue su cruz. A Quini lo secuestraron por bueno.
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