Con la ayuda de Francia se termina la guerra de Marruecos, se inicia un plan ambicioso de obras públicas y la calle deja de ser escenario de asesinatos diarios. A cambio de ello los españoles se encuentran con un régimen en que la censura de prensa y de palabra son normales. Mientras la marcha de los políticos desprestigiados por sus dudas y vacilaciones no apesadumbra demasiado, sí molestan las medidas severas con que se ataca cualquier intento de actuar en el país de forma heterodoxa.
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