Esa imagen le marcó profundamente: «Recuerdo que estaba dentro, vi una luz enorme desde la ventana. Salí y vi la cruz quemándose. Al principio estaba nervioso y asustado, pero en cuestión de segundos me puse furioso. Nunca había visto nada así en Baltimore, pero en el Sur nada te sorprendía. Era 1979 y todavía había un baile de blancos y otro de negros. La única cosa integrada era el deporte. Yo no fui a mi propio baile de graduación: los blancos lo hacían en el instituto, nosotros en el centro recreativo».
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