Para que nos duela cualquier parte de nuestro cuerpo es necesario que previamente se haya desencadenado una cascada de reacciones en la que el sistema nervioso, dirigido por nuestro cerebro, juega un papel fundamental. Sin embargo, el órgano como tal no duele. Puede dolernos la cabeza, pero no el cerebro y, aunque suene un poco rocambolesco
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