La respuesta viene del siglo XIX y tiene que ver con los carruajes de caballos y también con la religión. No se podía votar un domingo pues ese era el día que la mayor parte de los ciudadanos usaban para ir a la iglesia. Tampoco podían ser los lunes pues los electores tendrían que viajar en carruaje el domingo hasta los centros de votación, algo que muchos no harían por tratarse del "día del Señor". Los miércoles usualmente era el día de los mercados agrícolas. Así que quedaba el martes.
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