Durante la Primera Guerra Mundial, en los países en los que el conflicto se vivió en primera persona, sus paisajes se convirtieron en mortales trincheras y sus pueblos en improvisados hospitales. El hermoso castillo de Chenonceau, uno de los más grandes y magníficos de la ruta del Loira, cambió el lujo y la belleza por el dolor y el sufrimiento de la mano de Simone Menier, de una de las nueras de su entonces propietario, el empresario y senador Gaston Menier.
|
etiquetas: simone , menier