Enterrado en un lugar desconocido del monasterio jerónimo de Guadalupe, durante una restauración de la iglesia, un operario encontró dos ataúdes de madera del siglo XVII debajo del cuadro de la Anunciación en el lado del Evangelio del altar mayor. Uno de ellos correspondía a los restos momificados de la reina María de Aragón; el otro, envuelto en un sudario de lino y con rastros de ropa de terciopelo y zapatos, su hijo Enrique IV, Rey de Castilla desde 1454.
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