Decíamos ayer que, durante décadas, los virólogos han buscado la respuesta a la estacionalidad de ciertas enfermedades en cómo se comportan esos virus en invierno y en verano, en distintas condiciones de temperatura y humedad. Y que si bien esto sin duda influye en buena medida, no parece que la respuesta esté exclusivamente ahí. Y que quizá deberíamos fijarnos en el otro término de la ecuación de toda infección: nosotros. ¿Somos distintos en verano y en invierno?
Comentarios
#0 es absurdo que luchemos contra la naturaleza, de camino vienen unos cuantos meteoritos y asteroides.
mira que me empieza a joder de que me culpen de algo sin haber sido y sin haber ocurrido.
#1 has sido tú
#1 estando encerrados no veo de que podemos tener la culpa nosotros. Manda huevos.
Son como los fallos en Linux, son siempre culpa tuya.