La muerte le deja a uno sin palabras. Y para aquellos que se han ganado la vida con ellas, delante y detrás de las cámaras, es un auténtico martirio el saber que no podrán comunicarse nunca más. Es por eso que varios de ellos dejan en su epitafio un último gran mensaje que defina a la perfección lo que han sido sus vidas.
Para los amantes del género son imprescindibles Nieves Concostrina y el genial Luis Carandell (Tus amigos no te olvidan". Valga como ejemplo un epitafio visto en Coria (Cáceres)
#1 Esa clase de comentario ya lo puedes encontrar en el siglo XVI, recogido por fray Antonio de Guevara. Cuenta el obispo de Mondoñedo en una carta al almirante de Castilla que estando en capítulo generalísimo de su orden, un fraile portugués le refirió que en el monasterio franciscano de Santarem había un epitafio que decía: Aquí iaze Vasco Figueira, muito contra a sua voluntade.
En esa carta hay otros epitafios muy simpáticos, como este:
Aquí yace Campuzano,
cuya ánima llevó el demonio
y la ropa el señor Antonio.
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Para los amantes del género son imprescindibles Nieves Concostrina y el genial Luis Carandell (Tus amigos no te olvidan". Valga como ejemplo un epitafio visto en Coria (Cáceres)
#1 Esa clase de comentario ya lo puedes encontrar en el siglo XVI, recogido por fray Antonio de Guevara. Cuenta el obispo de Mondoñedo en una carta al almirante de Castilla que estando en capítulo generalísimo de su orden, un fraile portugués le refirió que en el monasterio franciscano de Santarem había un epitafio que decía: Aquí iaze Vasco Figueira, muito contra a sua voluntade.
En esa carta hay otros epitafios muy simpáticos, como este:
Aquí yace Campuzano,
cuya ánima llevó el demonio
y la ropa el señor Antonio.