Tras su subida al poder, Adolf Hitler se obsesionó con crear una de las colecciones más importantes del mundo para su disfrute personal, y para ello no dudó en saquear numerosas colecciones privadas, en especial la de ricas familias judías. En esos doce años (1933-1945), el Tercer Reich logró hacerse con cientos de miles de antigüedades y obras de arte, de las cuales hoy se siguen sin localizar cerca de 100.000.
Comentarios
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