Hace 2 años | Por Potopo a elcomercio.pe
Publicado hace 2 años por Potopo a elcomercio.pe

A finales de los años 90, Saddam Hussein se comunicó con un calígrafo para hacerle un extraño pedido. El encargo del entonces presidente iraquí, quien gobernó el país desde 1979 hasta la invasión estadounidense en 2003, consistía en una copia del Corán, pero no hecho con tinta común y corriente: lo quería escrito con su propia sangre. “Por un lado, los académicos religiosos lo consideran una blasfemia (la sangre se considera impura, una vez fuera del cuerpo).” “Por otro lado, el Corán es la palabra de Dios, por eso no puedes destruirlo"

Comentarios

El_Cucaracho

Con la Torá es más fácil, cualquiera con un mínimo defecto (aunque sea un fallo ortográfico) debe destruirse inmediatamente.

D

No se me ocurre nada más ofensivo para un musulmán lol tal vez luego hacerle las tapas con piel de cerdo. Y pensar que este tipo acabó aliado con los salafistas tras cabrear al tío Sam.