Hace 1 año | Por remontanim a valenciaplaza.com
Publicado hace 1 año por remontanim a valenciaplaza.com

Tomi Ungerer era francés, los nazis se anexionaron su región, le prohibieron hablar su lengua y la Wehrmacht confiscó su casa. En la posguerra, ya no era francés, era alsaciano en Francia, y eso tampoco le hacía gozar de simpatías. Fue a Estados Unidos, triunfó con la ilustración de cuentos infantiles, pero una burla cruel y despiadada a la alta sociedad neoyorquina en el cómic 'La fiesta' le hizo tener que salir de allí para acabar en Irlanda, país en el que fue feliz porque no encontró la arrogancia de la clase alta y sí la riqueza del humor

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Vemos lo que vería un niño en una bacanal de la aristocracia neoyorquina. Un espacio lleno de pompa y supuesto glamur, donde, tras rascar un poco, lo que se descubre es la mayor vulgaridad y pobreza humana.

Y pensar que desde los 60 no hemos hecho más que empeorar. El mundo es más desigual que nunca, y las izquierdas han desaparecido, convertidas en una estafa que se centra en políticas identitarias destinadas a dividir a la clase obrera.

"La diferencia entre ricos y pobres vuelve a ser tan grande como hace casi un siglo. Piense usted que en Estados Unidos, en los años sesenta, el director ejecutivo de una corporación cobraba doce veces más que el empleado medio. En el año 2000, la diferencia era de 531 veces. El 1% de la población de EEUU se ha apropiado del 93% de la riqueza creada desde que estalló la crisis financiera, mientras que el resto de la población se ha distribuido apenas el 7%. Este es el mundo en el que vivimos: riqueza para muy pocos, austeridad para la mayoría. Y lo que es peor, no tenemos ni idea de cómo acabar con esa tendencia."

Cualquiera tiempo pasado fue peor

Hace 7 años | Por --406457-- a ctxt.es