Caminaba el de Portoplano por la plaza mayor de su localidad. Muy de mañana. Solo se oían sus pasos en la penumbra. Y pensaba, al final, se decía a si mismo “soy algo parecido a un filósofo de la Grecia, sea sofista o presocrático o helenístico o de la escuela socrática, que camina por las calles planteando preguntas”. Eso es lo que soy, pero ahora, las expongo en la galaxia denominada Internet.