Esta historia empieza a la tierna edad de 10 años. Siempre he sido una chica responsable (hay quien piensa que demasiado) a la vez que excesivamente exigente, sobretodo conmigo misma. Como en todo, los extremos son malos y la exigencia desmesurada no puede traer nada bueno, prueba de ello lo que os cuento hoy.

Comentarios

daff

Quizás también se hubiera solucionado hablando con los profesores para que hicieran bien su trabajo y no mandaran tantas tareas y deberes.

honey_eyes1405

#1 Para cuando eso se pudo plantear, el problema ya estaba... De todas maneras no todo el mundo se toma las observaciones bien porque cada uno hace su trabajo como considera oportuno.