Hace 9 años | Por --423339-- a valenciaplaza.com
Publicado hace 9 años por --423339-- a valenciaplaza.com

El hombre cogió el taburete y se sentó en la barra del Casino de Sueca. Se acercó a Concha, la camarera de curvas infinitas, quien le preguntó qué quería tomar. Le miró seductor y pidió una palometa "agitada, no batida". Mientras se la servía, pidió hablar con el jefe. "¿De parte de quién?", dijo ella. Con un gesto estudiado, sacó un caliqueño y respondió "Fuster, Joan Fuster" [suenan los famosos acordes de John Barry]. Ella no sospechó que tenía enfrente al hombre de la CIA en la Ribera Baja.