En 1973, mientras que se perforaba el túnel del metro de la Línea 4 a su paso por la Barceloneta, se produjo un aparatoso e inesperado incendio que obligó a paralizar las obras durante un tiempo: la cercana fábrica de Catalana de Gas había hecho de las suyas.
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Otra salvajada más que quedó sin castigo y que ha seguido estimulando los beneficios caídos del cielo