Publicado hace 6 años por Wurmspiralmaschine a theguardian.com

Una antigua cárcel alberga artefactos del amanecer de la fotografía y ofrece una ventana a la vida de uno de los novelistas más prolíficos de Portugal, que fue encerrado allí por adulterio.La mayoría de las cárceles están escondidas de los ciudadanos respetuosos de la ley de una ciudad. No así la Cadeia de Relação de Oporto, del siglo XVIII, ahora el Centro Portugués de Fotografía. Su sólido y rectangular bulto se alza sobre el casco antiguo de la ciudad, a un paso del emblemático Torre de Clérigos.

Comentarios

Emilyplay

Menos mal que las cárceles pueden ser usadas para algo bueno.
Que pena para los carceleros...

Wurmspiralmaschine

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La mayoría de las cárceles están escondidas de los ciudadanos respetuosos de la ley de una ciudad. No así la Cadeia de Relação de Oporto, del siglo XVIII, ahora el Centro Portugués de Fotografía. Su sólido y rectangular bulto se alza sobre el casco antiguo de la ciudad, a un paso del emblemático Torre de Clérigos.
Después de albergar a los criminales y desafortunados durante más de dos siglos, la cárcel de paredes de granito cerró sus puertas en 1974 con el regreso de Portugal a la democracia. En 2000, el edificio laberíntico volvió a abrir al público como un centro de exposición de fotografía.
Hoy, las fotografías enmarcadas cuelgan de las paredes de las viejas celdas grupales en el primer piso, donde la clase de delincuentes pobres alguna vez estuvieron encarcelados. Hasta el 3 de diciembre se exhibirán imágenes poderosas de la vida carcelaria contemporánea en Portugal, un proyecto conjunto entre los fotógrafos Luis Barbosa y Peter Schulthess. Si las puertas de hierro no sirven para traer al sujeto a casa, la comida cuadrada se eclosionará en el techo de la celda de "pocilga".
En los dos pisos superiores -una vez el hogar de las mujeres de la prisión y sus habitantes adinerados, respectivamente- están las exposiciones permanentes del museo, incluida, en la parte superior, una colección de cámaras de todas las épocas. El equipo de época pertenecía principalmente al profesor de historia y fotógrafo António Pedro Vicente y abarca desde las primeras antigüedades daguerrenses hasta las pequeñas cámaras espías escondidas dentro de los paquetes de cigarrillos Camel.
También en medio de los gabinetes de las viejas Kodaks y Polaroids está la antigua celda de Camilo Castelo Branco. El famoso escritor del siglo XIX fue encerrado (con su amante casada, la escritora Ana Plácido) por adulterio. Sus 12 meses tras las rejas inspiraron varios libros, así como una fina escultura de bronce de la pareja en la plaza de entrada pavimentada del museo. Por sombrío que fuera su internamiento, la vista desde su ventana era insuperable.
Como beneficio adicional, el centro también cuenta con una biblioteca de fotografía bien iluminada, casi sin uso, en el segundo piso.