Si se compara la cifra con el número total de habitantes de México, veinte millones en aquella época, el exilio español de la Guerra Civil apenas supone el 0,1 %, una insignificancia cuantitativa, pero es que casi el 30 % de ellos eran profesores, intelectuales, artistas y profesionales, miembros de esa extraña estirpe que en las primeras décadas del siglo XX puso la cultura española a la altura de Europa. Aquí, tuvieron que dejar a un lado las ideologías y someterse a las leyes mexicanas, que prohibían meterse en política so pena de aplicársel
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Impresionantes historias.
Como parte de su política, el entonces presidente de México Lázaro Cárdenas apoyó incondicionalmente al Gobierno legítimo de la Segunda República. Durante la contienda, enviando armas, provisiones e incluso hombres —unos doscientos cincuenta jóvenes mexicanos, entre ellos el pintor David Alfaro Siqueiros, lucharon en las Brigadas Internacionales—, y con la derrota, recibiendo a más de veinte mil refugiados de los cerca de quinientos mil que huyeron de la paz franquista cruzando los Pirineos o embarcándose a ultramar
¡Viva México!
Y el tesoro del vita, que se repartieron Prieto y Cárdenas. Méjico no puede quejarse de nada