Hace 5 años | Por Cachopín a lemiaunoir.com
Publicado hace 5 años por Cachopín a lemiaunoir.com

En 1891, Klimt recibió un encargo de un rico empresario, Nikolaus Dumba. Durante 8 años, el artista se ocupó del decorado de su sala de música y diseñó los murales acordes a los interiores de aquella época, que buscaban el bienestar psíquico y estético. Desde ese momento, su pintura constituyó un punto de encuentro entre dos disciplinas. Entre símbolos cósmicos, una musa angustiada toca la lira en tributo a Apolo, dios griego de las artes. Así es la pintura Música I (1895), de Gustav Klimt, representante máximo de la Secesión vienesa.