El sol implacable de Babilonia castigaba la milenaria ciudad como cada canícula, y ni tan siquiera los exuberantes jardines cercanos al palacio real mitigaban el creciente bochorno. Pero aquel verano no pasaría a la historia por su angustioso calor, sino por la muerte de uno de los personajes más recodados de la historia. Alejandro III de Macedonia, Alejandro Magno fallecía en Babilonia a mediados de junio del año 323 aC. dejando un imperio sin heredero.
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