Hace 4 años | Por VicPadawan a lavanguardia.com
Publicado hace 4 años por VicPadawan a lavanguardia.com

Claramente, el aspecto nos importa más de lo que nos gustaría admitir. Nos lo inculcan ya en los cuentos de infancia, en los que, con permiso de Shrek, la bruja es vieja y fea y el príncipe o la princesa, jóvenes y bellos. Y lo arrastramos al crecer en el campo personal y el laboral.

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Resulta curioso que fuera un cirujano plástico, el estadounidense Maxwell Maltz, quien, en los sesenta, propusiera una serie de ejercicios mentales para transformar el concepto que uno tiene de sí mismo sin necesidad de pasar por el quirófano.

Sí, engañarse a uno mismo hasta que llegue el siguiente desengaño.