El 15 de agosto de 1865 se celebró un triste entierro en el cementerio de Viena con exigua asistencia de un puñado de personas. De hecho, el óbito apenas mereció unas breves reseñas en la prensa y las asociaciones médicas guardaron un silencio algo vergonzante. El doctor Ignaz Semmelweiss murió en un psiquiátrico tras haber enloquecido por el airado rechazo de sus colegas a su teoría de que eran ellos los causantes del elevado porcentaje de mujeres que morían en el parto.
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Duplicada, antigua y portada: Una obstinación que salvó muchas vidas
Una obstinación que salvó muchas vidas
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