Cuando hablamos de que debemos permitir los juegos arriesgados o que los niños asuman riesgos no significa, para nada, que los niños deban estar expuestos a peligros. Entendemos riesgo en un sentido positivo y saludable cuando los niños pueden ejercitarse físicamente aprendiendo sobre sus fuerzas y conociendo las limitaciones de su propio cuerpo, experimentando el miedo, la seguridad… De esta forma permitimos que sea el niño quién desarrolle el conocimiento de sus propias capacidades, no interferido por los miedos adultos.
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