La Historia es una ciencia que estudia el pasado de la humanidad y sus procesos de cambio y continuidad. Para ello, se basa en el análisis crítico de las fuentes primarias y secundarias que documentan los hechos históricos.
Como historiador no considero la historia una ciencia. Creo que considerarla una ciencia es una especie de moda, o necesidad, para que los historiadores con complejo de inferioridad ante el peso de las ciencias hoy en día se sientan menos mal. Pero la verdad es que yo siento una gran diferencia entre la ciencia y el humanismo, y no creo que uno sea más importante o útil que el otro.
Si bien es cierto que las ciencias, o las materias más técnicas, tienen unos usos aplicados más evidentes y visibles (los avances tecnológicos están a la orden del día), las humanidades aportan a la sociedad y tienen otros usos. El primero de todo, ayudan a construir la identidad individual, a expresar los sentimientos, y forman parte de la vida. Es lo que nos hace diferentes. Pero tienen otros usos. La historia, en concreto, es un arma política. La reconstrucción del relato histórico siempre cojea de algún pie, los mejores historiadores intentan construir un relato crítico sin disimular la cojera admintiendo la imposibilidad de ser objetivos; los peores historiadores construyen relatos sesgados intentando disimular la cojera.
Las ciencias son más absolutas: las hipótesis deben ser demostradas para convertirse en tesis, y pasado el tiempo, si no pueden ser falseadas, se convierten en ley. La interpretación de las pruebas no tiene mucha divergencia, más o menos todos las interpretan igual, y, cuando algo se falsea, se hace con nuevas pruebas, nuevos experimentos.
No existen leyes en las humanidades, todo con lo que se trabaja son hipótesis y, como mucho, tesis. Es mucho más subjetiva, no es absoluta, dos personas, con las mismas pruebas, pueden sacar conclusiones bien distintas. No existen experimentos que puedan probar lo que se dice: se trabaja mediante métodos científicos, pero la materia en sí no es una ciencia.
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Como historiador no considero la historia una ciencia. Creo que considerarla una ciencia es una especie de moda, o necesidad, para que los historiadores con complejo de inferioridad ante el peso de las ciencias hoy en día se sientan menos mal. Pero la verdad es que yo siento una gran diferencia entre la ciencia y el humanismo, y no creo que uno sea más importante o útil que el otro.
Si bien es cierto que las ciencias, o las materias más técnicas, tienen unos usos aplicados más evidentes y visibles (los avances tecnológicos están a la orden del día), las humanidades aportan a la sociedad y tienen otros usos. El primero de todo, ayudan a construir la identidad individual, a expresar los sentimientos, y forman parte de la vida. Es lo que nos hace diferentes. Pero tienen otros usos. La historia, en concreto, es un arma política. La reconstrucción del relato histórico siempre cojea de algún pie, los mejores historiadores intentan construir un relato crítico sin disimular la cojera admintiendo la imposibilidad de ser objetivos; los peores historiadores construyen relatos sesgados intentando disimular la cojera.
Las ciencias son más absolutas: las hipótesis deben ser demostradas para convertirse en tesis, y pasado el tiempo, si no pueden ser falseadas, se convierten en ley. La interpretación de las pruebas no tiene mucha divergencia, más o menos todos las interpretan igual, y, cuando algo se falsea, se hace con nuevas pruebas, nuevos experimentos.
No existen leyes en las humanidades, todo con lo que se trabaja son hipótesis y, como mucho, tesis. Es mucho más subjetiva, no es absoluta, dos personas, con las mismas pruebas, pueden sacar conclusiones bien distintas. No existen experimentos que puedan probar lo que se dice: se trabaja mediante métodos científicos, pero la materia en sí no es una ciencia.