Los historiadores contemporáneos no tienen ninguna duda: Medio Oriente, donde nació Jesús hace poco más de 2.000 años, fue terreno fértil para el surgimiento de profetas y mesías. En ese sentido, religión aparte, el hombre considerado el fundador del cristianismo se parecía mucho a tantos otros con los que compartió tiempo y espacio. ¿Y por qué, entonces, Jesús se hizo tan popular que, aún hoy, tiene miles de millones de seguidores en todas partes del planeta?
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