28 de mayo de 1982. El reloj en la oficina de operaciones de la Base Aeronaval Rio Grande marca las 00.21 horas. Recién comienza el día y reina una tensa calma. Un avión ha partido hacia las Islas Malvinas. El horario no favorece el arribo pues, como cada noche, una fragata británica navega a una distancia prudente de la costa y cañonea posiciones argentinas acantonadas en proximidades del aeropuerto. Las tropas lo llaman “el expreso de medianoche”.
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