Todos los colegios de Canarias y Extremadura tienen ya jornada continua, y la fórmula de concentrar las clases en las horas previas a la comida y prescindir de las horas lectivas por la tarde se ha extendido en la mayoría de las comunidades. Más allá del debate sobre el tipo de jornada escolar, las decisiones sobre el uso del tiempo inciden directamente en el desarrollo y trascienden a los adultos que las toman.
Os ofrezco un fragmento de una conversación real mantenida este año lectivo pasado entre una educadora (E) y un progenitor (P) durante la tutoría sobre la alumna de primero de primaria durante el primer curso del centro (público) con jornada continua. No puedo desmentir ni confirmar que yo fuese uno de los participantes en la conversación:
-Progenitor: Después de ya casi medio año de jornada continua, ¿Cómo veis los efectos?
-Educadora: Pues muy bien. Les cuesta esfuerzo y están algo más dormidos a última hora. También les tenemos que dejar almorzar antes de salir al recreo a veces, porque como sólo tienen una pausa a algunos les cuesta concentrarse hasta que suena el timbre. Pero se han adaptado muy bien.
-P: Me refería a que se hizo el cambio para beneficiar a los alumnos y potenciar su educación. ¿Sólo habéis detectado dificultades?
-E: Eh... no, no, no. Quería decir que la difi... quiero decir, que no hay dificultad. Mira, lo hablaba con Laura (la tutora de la otra clase) que vemos que se han adaptado muy bien, y que realmente tenemos en cuenta ese mayor esfuerzo que han tenido que hacer.
-P: Entonces, los alumnos se tienen que esforzar más que con la jornada partida.
-E: No, no, no. Que lo tenemos en cuenta, a la hora de valorar el trabajo, así como tratamos de estructurar las clases para facilitar la adaptación.
-P: Sí, pero yo querría saber en qué ha mejorado su educación. Hemos hecho un cambio importante que sabíamos que iba a ser difícil, que por lo que me dices es así, y me gustar... [interrumpe]
-E: El cambio no es difícil. Se ha hecho para potenciar la educación de los alumnos y mejorar su aprendizaje. Lo que pasa que tiene que haber un periodo de adaptación.
-P: Es cierto. Ya lo daba por hecho y suponía que las dificultades ya habían pasado, por eso me interesaba en las mejoras ¿O vamos a estar todo el año adaptándonos?
-E: Se cambió porque muchos niños tienen problemas con las extraescolares. Que si van a piano, a inglés, a fútbol... bueno, eso es más físico, pero es que muchos niños van sobrecargados de otras actividades y así este horario les permite atender a todo con horarios más holgados y hacer los deberes. A las 15:00 ya están en casa con todo hecho y toda la tarde por delante.
-P: Mi hija no va a piano. Y está en primero de primaria. Entiendo que tan jóvenes les cueste mantener la concentración durante tantas horas seguidas, sobretodo a primer hora, que son 3 horas de clase seguidas... ¿Tienen alguna interrupción, 5 minutos de pausa o algo así?
-E: No, ehhhhh, no. Sólo lo que tarda el profesor en cambiar, cuando hay cambio de profe. Si no, es todo seguido. Pero lo compensamos sacando los almuerzos antes de salir al patio.
-P: Sí, pero eso es una dificultad... llámalo "hándicap" mejor. Es algo a tener en cuenta para adaptar el horario o el contenido de las clases. Yo estoy más interesado en saber qué estamos recibiendo a cambio de tanto esfuerzo adicional.
-E: Ya te lo he dicho. Tienen más tiempo por la tarde.
-P: ¿Para ir a piano?
-E: A ver, los contenidos sí que les cuesta más en el desarrollo de la clase, pero estoy convencida de que van mejor con este horario y que lo que aprenden lo hacen más... rápido.
...
La conversación continúa, pero es un desvarío de argumentos intentando razonar que los alumnos se esfuerzan más para desarrollar el mismo trabajo, al tiempo que defiende la idea que el aprendizaje lo hacen más rápido y con más facilidad. Al final, la tarde libre. Ese es el valor añadido del cambio.
Felicitad a Pilar, la profe, por lo afortunada que es, ya que se trata de un logro laboral.
Es probable que los nombres reales hayan sido modificados, así como la literalidad de la conversación.
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Os ofrezco un fragmento de una conversación real mantenida este año lectivo pasado entre una educadora (E) y un progenitor (P) durante la tutoría sobre la alumna de primero de primaria durante el primer curso del centro (público) con jornada continua. No puedo desmentir ni confirmar que yo fuese uno de los participantes en la conversación:
-Progenitor: Después de ya casi medio año de jornada continua, ¿Cómo veis los efectos?
-Educadora: Pues muy bien. Les cuesta esfuerzo y están algo más dormidos a última hora. También les tenemos que dejar almorzar antes de salir al recreo a veces, porque como sólo tienen una pausa a algunos les cuesta concentrarse hasta que suena el timbre. Pero se han adaptado muy bien.
-P: Me refería a que se hizo el cambio para beneficiar a los alumnos y potenciar su educación. ¿Sólo habéis detectado dificultades?
-E: Eh... no, no, no. Quería decir que la difi... quiero decir, que no hay dificultad. Mira, lo hablaba con Laura (la tutora de la otra clase) que vemos que se han adaptado muy bien, y que realmente tenemos en cuenta ese mayor esfuerzo que han tenido que hacer.
-P: Entonces, los alumnos se tienen que esforzar más que con la jornada partida.
-E: No, no, no. Que lo tenemos en cuenta, a la hora de valorar el trabajo, así como tratamos de estructurar las clases para facilitar la adaptación.
-P: Sí, pero yo querría saber en qué ha mejorado su educación. Hemos hecho un cambio importante que sabíamos que iba a ser difícil, que por lo que me dices es así, y me gustar... [interrumpe]
-E: El cambio no es difícil. Se ha hecho para potenciar la educación de los alumnos y mejorar su aprendizaje. Lo que pasa que tiene que haber un periodo de adaptación.
-P: Es cierto. Ya lo daba por hecho y suponía que las dificultades ya habían pasado, por eso me interesaba en las mejoras ¿O vamos a estar todo el año adaptándonos?
-E: Se cambió porque muchos niños tienen problemas con las extraescolares. Que si van a piano, a inglés, a fútbol... bueno, eso es más físico, pero es que muchos niños van sobrecargados de otras actividades y así este horario les permite atender a todo con horarios más holgados y hacer los deberes. A las 15:00 ya están en casa con todo hecho y toda la tarde por delante.
-P: Mi hija no va a piano. Y está en primero de primaria. Entiendo que tan jóvenes les cueste mantener la concentración durante tantas horas seguidas, sobretodo a primer hora, que son 3 horas de clase seguidas... ¿Tienen alguna interrupción, 5 minutos de pausa o algo así?
-E: No, ehhhhh, no. Sólo lo que tarda el profesor en cambiar, cuando hay cambio de profe. Si no, es todo seguido. Pero lo compensamos sacando los almuerzos antes de salir al patio.
-P: Sí, pero eso es una dificultad... llámalo "hándicap" mejor. Es algo a tener en cuenta para adaptar el horario o el contenido de las clases. Yo estoy más interesado en saber qué estamos recibiendo a cambio de tanto esfuerzo adicional.
-E: Ya te lo he dicho. Tienen más tiempo por la tarde.
-P: ¿Para ir a piano?
-E: A ver, los contenidos sí que les cuesta más en el desarrollo de la clase, pero estoy convencida de que van mejor con este horario y que lo que aprenden lo hacen más... rápido.
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La conversación continúa, pero es un desvarío de argumentos intentando razonar que los alumnos se esfuerzan más para desarrollar el mismo trabajo, al tiempo que defiende la idea que el aprendizaje lo hacen más rápido y con más facilidad. Al final, la tarde libre. Ese es el valor añadido del cambio.
Felicitad a Pilar, la profe, por lo afortunada que es, ya que se trata de un logro laboral.
Es probable que los nombres reales hayan sido modificados, así como la literalidad de la conversación.
Ahora ya solo queda extender la medida al mundo adulto para tener conciliación familiar.
Si no, esto sólo es una buena noticia para los que se dediquéis actividades extraescolares.