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Para quien tenga problemas, la continuación de la entradilla:
".... Estás al lado, los ves desnudarse, meterse en la cama, casarse, divorciarse, suicidarse. Dices: ‘No te divorcies, no te pegues un tiro’, pero es igual. La fantasía de ser invisible un lector la vive todos los días”, cuenta fascinado.
Millás (Valencia, 1946) acaba de publicar Solo humo (Alfaguara), una novela con forma de cuento sobre el enorme poder de la ficción en nuestra vida. En ella, Carlos, que acaba de cumplir 18 años, descubre que el padre que le abandonó de pequeño acaba de morir. Un hombre turbio en cuya casa encuentra un extraño manuscrito sobre la vecina y muchos libros. El que estaba en su mesilla, muy baqueteado, le acaba conduciendo por un camino donde realidad y ficción pierden la frontera: los cuentos de los hermanos Grimm, de Cenicienta a Hansel y Gretel . Cuentos cuya dureza tiene poco que ver con las fantasías de Disney.
"Fingimos que todo es normal, que el metro es normal, que lo es el dinero, que no tiene más respaldo que la fe”
Y es un problema. Porque Millás cree que si necesitamos la ficción en nuestras vidas, pese a la de gente que ya hay en el mundo, “es porque en ella nos reconocemos y experimentamos con nosotros mismos. La ficción sirve para lo que servía ya cuando se empezaron a contar los primeros cuentos. Se reunían por la noche alrededor del fuego no para pasarlo bien, sino para explicar cómo era la vida, los cuentos eran mapas de la vida. La vida está en La bella durmiente , en Cenicienta ”.
Y, añade, “la literatura es muy importante en la construcción de la identidad en la adolescencia. El adolescente al tiempo que aprende a leer aprende a leerse, porque se identifica y reconoce sus emociones en las de los personajes y va diferenciando cuáles le convienen y cuáles no. Va viendo la diferencia entre ser bueno o malo y comprende que lo malo, lo perverso, habita en él, pero eso no es necesariamente malo, lo es no saber que está y no saber controlarlo. Leyendo has aprendido que todo se puede imaginar, pero que no todo se puede hacer”.
"Circula una imagen del niño como algo angelical, al que no debemos tocar con las impurezas, el terror, y lo versionamos todo"
“Pero ahora mismo –apunta– circula una imagen del niño como algo angelical, al que no debemos tocar con las impurezas, el terror, y lo versionamos todo. Una joven me ha llegado a decir que qué bien he adaptado los cuentos de los Grimm para mis intereses en la novela, como eso de que las palomas le saquen los ojos a las hermanastras de Cenicienta. ‘Es que en los Grimm es así’, le he dicho. ‘La versión que yo conozco no es así’, me ha dicho ella. Los niños no pueden ver en la sociedad la realidad de la vida, se les niega, como si en ellos no existieran pensamientos perversos. Como existen, salen por alguna parte, y de repente ves en la vida real que niños de 11 años han violado a una de 12. Si a lo mejor hubieran podido leer esas maldades en un cuento, las habrían podido reconocer y someter. Nos hemos pasado con el mundo Disney muchísimo, nada de crueldad, de sangre, de padres que abandonan a sus hijos en un bosque”.
En ese sentido, el escritor admite que, para él, “la vida imaginaria ha tenido más importancia que la real”, pero es que además cree que “la realidad no es más que un delirio consensuado. Fingimos que todo es normal, que el metro es normal, que lo es el dinero, que no tiene más respaldo que la fe”. “Si perdiéramos la fe en el dólar, se vendría abajo en una semana, porque es un delirio. Esto ocurre con todas las realidades imaginadas, que funcionan mientras funciona el consenso. Si este se rompe, la realidad se viene abajo”, concluye.".
Enorme Millás
".... Estás al lado, los ves desnudarse, meterse en la cama, casarse, divorciarse, suicidarse. Dices: ‘No te divorcies, no te pegues un tiro’, pero es igual. La fantasía de ser invisible un lector la vive todos los días”, cuenta fascinado.
Millás (Valencia, 1946) acaba de publicar Solo humo (Alfaguara), una novela con forma de cuento sobre el enorme poder de la ficción en nuestra vida. En ella, Carlos, que acaba de cumplir 18 años, descubre que el padre que le abandonó de pequeño acaba de morir. Un hombre turbio en cuya casa encuentra un extraño manuscrito sobre la vecina y muchos libros. El que estaba en su mesilla, muy baqueteado, le acaba conduciendo por un camino donde realidad y ficción pierden la frontera: los cuentos de los hermanos Grimm, de Cenicienta a Hansel y Gretel . Cuentos cuya dureza tiene poco que ver con las fantasías de Disney.
"Fingimos que todo es normal, que el metro es normal, que lo es el dinero, que no tiene más respaldo que la fe”
Y es un problema. Porque Millás cree que si necesitamos la ficción en nuestras vidas, pese a la de gente que ya hay en el mundo, “es porque en ella nos reconocemos y experimentamos con nosotros mismos. La ficción sirve para lo que servía ya cuando se empezaron a contar los primeros cuentos. Se reunían por la noche alrededor del fuego no para pasarlo bien, sino para explicar cómo era la vida, los cuentos eran mapas de la vida. La vida está en La bella durmiente , en Cenicienta ”.
Y, añade, “la literatura es muy importante en la construcción de la identidad en la adolescencia. El adolescente al tiempo que aprende a leer aprende a leerse, porque se identifica y reconoce sus emociones en las de los personajes y va diferenciando cuáles le convienen y cuáles no. Va viendo la diferencia entre ser bueno o malo y comprende que lo malo, lo perverso, habita en él, pero eso no es necesariamente malo, lo es no saber que está y no saber controlarlo. Leyendo has aprendido que todo se puede imaginar, pero que no todo se puede hacer”.
"Circula una imagen del niño como algo angelical, al que no debemos tocar con las impurezas, el terror, y lo versionamos todo"
“Pero ahora mismo –apunta– circula una imagen del niño como algo angelical, al que no debemos tocar con las impurezas, el terror, y lo versionamos todo. Una joven me ha llegado a decir que qué bien he adaptado los cuentos de los Grimm para mis intereses en la novela, como eso de que las palomas le saquen los ojos a las hermanastras de Cenicienta. ‘Es que en los Grimm es así’, le he dicho. ‘La versión que yo conozco no es así’, me ha dicho ella. Los niños no pueden ver en la sociedad la realidad de la vida, se les niega, como si en ellos no existieran pensamientos perversos. Como existen, salen por alguna parte, y de repente ves en la vida real que niños de 11 años han violado a una de 12. Si a lo mejor hubieran podido leer esas maldades en un cuento, las habrían podido reconocer y someter. Nos hemos pasado con el mundo Disney muchísimo, nada de crueldad, de sangre, de padres que abandonan a sus hijos en un bosque”.
En ese sentido, el escritor admite que, para él, “la vida imaginaria ha tenido más importancia que la real”, pero es que además cree que “la realidad no es más que un delirio consensuado. Fingimos que todo es normal, que el metro es normal, que lo es el dinero, que no tiene más respaldo que la fe”. “Si perdiéramos la fe en el dólar, se vendría abajo en una semana, porque es un delirio. Esto ocurre con todas las realidades imaginadas, que funcionan mientras funciona el consenso. Si este se rompe, la realidad se viene abajo”, concluye.".
Enorme Millás
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Para quien tenga problemas, la continuación de la entradilla:
".... Estás al lado, los ves desnudarse, meterse en la cama, casarse, divorciarse, suicidarse. Dices: ‘No te divorcies, no te pegues un tiro’, pero es igual. La fantasía de ser invisible un lector la vive todos los días”, cuenta fascinado.
Millás (Valencia, 1946) acaba de publicar Solo humo (Alfaguara), una novela con forma de cuento sobre el enorme poder de la ficción en nuestra vida. En ella, Carlos, que acaba de cumplir 18 años, descubre que el padre que le abandonó de pequeño acaba de morir. Un hombre turbio en cuya casa encuentra un extraño manuscrito sobre la vecina y muchos libros. El que estaba en su mesilla, muy baqueteado, le acaba conduciendo por un camino donde realidad y ficción pierden la frontera: los cuentos de los hermanos Grimm, de Cenicienta a Hansel y Gretel . Cuentos cuya dureza tiene poco que ver con las fantasías de Disney.
"Fingimos que todo es normal, que el metro es normal, que lo es el dinero, que no tiene más respaldo que la fe”
Y es un problema. Porque Millás cree que si necesitamos la ficción en nuestras vidas, pese a la de gente que ya hay en el mundo, “es porque en ella nos reconocemos y experimentamos con nosotros mismos. La ficción sirve para lo que servía ya cuando se empezaron a contar los primeros cuentos. Se reunían por la noche alrededor del fuego no para pasarlo bien, sino para explicar cómo era la vida, los cuentos eran mapas de la vida. La vida está en La bella durmiente , en Cenicienta ”.
Y, añade, “la literatura es muy importante en la construcción de la identidad en la adolescencia. El adolescente al tiempo que aprende a leer aprende a leerse, porque se identifica y reconoce sus emociones en las de los personajes y va diferenciando cuáles le convienen y cuáles no. Va viendo la diferencia entre ser bueno o malo y comprende que lo malo, lo perverso, habita en él, pero eso no es necesariamente malo, lo es no saber que está y no saber controlarlo. Leyendo has aprendido que todo se puede imaginar, pero que no todo se puede hacer”.
"Circula una imagen del niño como algo angelical, al que no debemos tocar con las impurezas, el terror, y lo versionamos todo"
“Pero ahora mismo –apunta– circula una imagen del niño como algo angelical, al que no debemos tocar con las impurezas, el terror, y lo versionamos todo. Una joven me ha llegado a decir que qué bien he adaptado los cuentos de los Grimm para mis intereses en la novela, como eso de que las palomas le saquen los ojos a las hermanastras de Cenicienta. ‘Es que en los Grimm es así’, le he dicho. ‘La versión que yo conozco no es así’, me ha dicho ella. Los niños no pueden ver en la sociedad la realidad de la vida, se les niega, como si en ellos no existieran pensamientos perversos. Como existen, salen por alguna parte, y de repente ves en la vida real que niños de 11 años han violado a una de 12. Si a lo mejor hubieran podido leer esas maldades en un cuento, las habrían podido reconocer y someter. Nos hemos pasado con el mundo Disney muchísimo, nada de crueldad, de sangre, de padres que abandonan a sus hijos en un bosque”.
En ese sentido, el escritor admite que, para él, “la vida imaginaria ha tenido más importancia que la real”, pero es que además cree que “la realidad no es más que un delirio consensuado. Fingimos que todo es normal, que el metro es normal, que lo es el dinero, que no tiene más respaldo que la fe”. “Si perdiéramos la fe en el dólar, se vendría abajo en una semana, porque es un delirio. Esto ocurre con todas las realidades imaginadas, que funcionan mientras funciona el consenso. Si este se rompe, la realidad se viene abajo”, concluye.".
Enorme Millás
#1 Oir a Juanjo Millás es un verdadero placer
#2 me fascina la imaginación que tiene. Es capaz de contarte una historia absorbente de cualquier situación cotidiana con una facilidad pasmosa.
#2 Me gusta más cómo comunicador en sus diatribas y pensamientos tan agudos y certeros,que como literato.Pero veo que tiene poca aceptación por estos pagos.
#2 Y leerlo más.
Estoy en general de acuerdo con lo que dice. No así en lo particular. Cuando habla de que el dolar solo se mantiene por la fé en el mismo. Esto lo entiendo como un recurso literario estúpido y falso destinado a simplificar y ocultar realidad de la sangrienta historia de los Estados Unidos para controlar el sistema financiero mundial usando amenazas, sanciones, embargos. golpes de estados, asesinatos, guerras... todo ello financiado con ese mismo dolar ficticio, para que los que buscaban alternativas no las encontrasen.
Asi que corrijamos. El dolar se mantiene por miedo a que Tio Sam con su idustria militar con gasto militar numero uno indicutible, el mayor fabricante de armas en el mundo no se le vaya la olla de nuevo, se crea defensor de la libertad y acabe con la vida de millones de personas con excusas pseudo-cristianas de que defendemos la libertad (la del dolar) mediante el control del petroleo, gas natural..chips de Taiwan, minas de litio, hasta las bananas de las repúblicas bananera de la Fruit Co.
#5 Los dos tenéis razón, tu punto es muy válido, pero si realmente supieras que no va a valer nada mañana no te lo meten en el bolsillo ni con la séptima flota
#9 Desde que me enteré que un solo portaviones tiene más aviones que cualquier país normalito. No lo tengo tan claro.
Luego te enteras que con un par de millones puedes hundir un bicho de 9000 millones. Ni tan mal.
Me encanta leer los artículos de Millás e incluso he leído una novela suya, Que nadie duerma, Millás es Kafka total, es inquietante y transmite la sensación de no querer pertenecer a este mundo, o pertenecer muy a su pesar, por eso le concede tanta relevancia a la esfera subjetiva de irrealidades y absurdos que trufan sus párrafos, como el refugio de un loco amable.
El Ministerio de Cultura, todas las campañas que he visto, desde hace décadas, no tienen nada que ver con la cultura, ni en este caso con la lectura. Simplemente le interesa que ciertas editoriales no dejen de vender. Es decir negocio, si quisieran fomentar la lectura, apoyarían a las personas que crean con licencias libres.
Saludos.
Hay Millás, hay meneo.
Por eso es crucial que la fantasia compartida sea lo mas cercana posible a la realidad.
Para mi es el escritor que más me ha hecho flipar por como utiliza el lenguaje. No es un simple escritor de historias.
Cuando leí "El orden alfabético" no sabía que se pudiese usar el lenguaje de esa forma. Creo que la primera mitad de ese libro es lo mejor que he leído nunca.