21 de julio de 1973, en la tranquila ciudad noruega de Lillehammer, dos sicarios del Mossad, la agencia de inteligencia exterior israelí, aparecieron y dispararon al hombre en el torso y la cabeza antes de marcharse tan rápido como habían llegado. El hombre asesinado esa noche era Achmed Bouchiki, un camarero y limpiador marroquí que, aparte de su parecido con el presunto terrorista Ali Hassan Salameh, no tenía nada que ver con el terrorismo en Oriente Medio. Inicialmente, el Mossad creyó haber alcanzado un gran éxito
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