Quizá el abandono de Ted Hughes, uno de los grandes poetas del siglo XX, fue el detonante para una mujer llena de pólvora. Un empujón a alguien que vivía surcando precipicios. La poeta Sylvia Plath se vio sola, vio cómo Assia Wevill le había ganado la batalla, cómo se había quedado con su marido.
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Qué cerca está el genio de la locura!