Es de noche en Agok, una aldea del interior de Sudán del Sur. Mientras Anisa, una niña de nueve años, duerme en una cama a ras de suelo, una cobra escupidora ha llegado a la choza al olor de los ratones, su plato favorito. En su búsqueda pasa junto a la pequeña, que se mueve inconscientemente en su sueño. El reptil se siente atacado y le propina un mordisco en la cara. La niña es ficticia, pero la escena sucede a diario en el mundo. La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que 2,7 millones de personas sufren cada año un ataque de serpie
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