Tras la Segunda Guerra Mundial Japón quedó arrasado. La destrucción se extendió no solo a las ciudades atacadas con armas nucleares, como Hiroshima y Nagazaki, sino que el resto de las grandes ciudades japonesas también quedaron reducidas a cenizas. Esto, principalmente, se debió a los materiales de construcción tradicionales japoneses, entre los cuales la madera y el papel eran preponderantes. Irónicamente, los materiales livianos que se elegían desde tiempos ancestrales para erigir estructuras livianas capaces de resistir (...)
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El metabolismo arquitectónico japonés
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